lunes, 17 de febrero de 2014
martes, 11 de febrero de 2014
La manquedad de Valle-Inclán
El 24 de julio de 1899 el escritor Ramón María del Valle-Inclán y su amigo, el periodista Manuel Bueno,discutían durante una tertulia en el Café de la Montaña, en plena Puerta del Sol de Madrid.
En medio de la acalorada discusión, Valle-Inclán llama “Majadero”
a Bueno.
Manuel Bueno, ante el insulto, se levanta, coge su bastón y amenaza a Valle,
que contraataca con una botella de agua.
- ¡Majadero! ¡Majadero! - insiste Don Ramón.
La mala fortuna quiso que un bastonazo de Bueno impactara en el gemelo
izquierdo de la camisa de Valle-Ínclán y que este se clavara, roto en múltiples
pedazos, en su muñeca.
La herida se infectó días después y presentaba signos de gangrena tras una
chapucera cura de urgencia en la Casa de Socorro... Finalmente tuvieron
que amputarle el brazo.
Según las crónicas, después de lo sucedido, Valle-Inclán comenzó a
inventarse y fantasear con curiosas y grotescas historias acerca de la pérdida
de su brazo, como aquella en la que había luchado
con un león, que finalmente se lo arrancó y se lo comió.
También se cuenta que unas veces decía quehabía perdido el
brazo en un duelo a sable por defender el honor de una dama... y otras que lo
había perdido entre su barba...
Pero un día, en una animada tertulia en otro café de Madrid, el genial
escritor, dejándose llevar en un momento de exaltación, comenzó a
asemejar su manquedad con la de Cervantes, a lo que su buen amigo (adelantándose hábilmente al previsible final esperpéntico de la fantasiosa
historieta) replicó:
“Vamos Ramón, que eso no fue en Lepanto”
Tal vez de no intervenir D. Jacinto, Valle-Inclán (no en vano creador del
estilo literario denominado esperpento) podría haber convencido a algún
incauto oyente de la época de que la verdadera causa de su manquedad estaba en
haber luchado “mano a mano” con Cervantes y contra los turcos aquel 7 de octubre
de 1571 ;)
Para acabar os dejo con esta estupenda viñeta del
Comic mexicano de 1968 “Vidas Ilustres” que recoge algunas otras
hilarantes e increíbles versiones acerca de cómo perdió su brazo izquierdo D.
Ramón María del Valle Inclán.
domingo, 26 de enero de 2014
Los cafés literarios
Hoy he decidido rendir un
homenaje al café y a los cafés. Yo diría que esta
bebida
podría considerarse como el emblema de la verdadera “alianza de
civilizaciones“. Pregunto: ¿qué país desconoce hoy totalmente la existencia y
el disfrute del café ? Además, teniendo encuenta
la etapa de
prohibiciones que estamos viviendo: se prohíbe el tabaco, la semi-prohibición
del alcohol (“Si bebes , no conduzcas”) ; se prohíben los bollos industriales y
la comida-basura., etc.
Antecedentes del café:
En el inicio de toda empresa
humana que ha tenido importancia hay una leyenda. El origen del café no ha sido
una excepción. Una leyenda conocida por musulmanes y cristianos, habla de que
en una ocasión en que el Profeta estaba enfermo, el ángel Gabriel le devolvió
la salud y la fuerza viril, ofreciéndole una bebida negra como la gran Piedra
Negra que hay en La Meca.
Como esta leyenda corren otras
muchas que subrayan la importancia que se le ha atribuido al café a lo largo de
la historia humana. Es fácil confundirse con el origen del verdadero café, pero
parece claro que las plantas del Café son originarias de la antigua Etiopía.
Pero los grandes propagadores del café fueron los holandeses , que explotaron
grandes plantaciones del mismo en sus colonias de Ceilán e Indonesia. En tres
siglos el café ha pasado de ser casi desconocido a convertirse en una bebida
universal que Bach, Balzac, Beethoven, Goldoni, Napoleón, Rossini, Voltaire y
otros muchos personajes de la historia han consumido en grandes cantidades y
elogiado desmesuradamente.
Antecedentes de los cafés:
El antecedente de los cafés
españoles parece estar en los “mentideros”, remontándonos para
ello al
siglo XVII, pero el antecedente más claro es la “botillería”. A diferencia de
ésta, el Café tuvo a comienzos del siglo XIX un carácter más permanente y no
transitorio. A. Bonet, en su discurso leído ante la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, los define como: “Centros de reunión y discusión que
acaban convirtiéndose en verdaderos Clubes con gran influencia en la opinión
pública y en los Gobiernos”.
Café del Príncipe: De todos
los cafés existentes en Madrid por los años 1830 y 31, el más destartalado,
sombrío y solitario era, sin duda alguna, el que, situado en la planta baja de
la casita contigua al teatro del Príncipe, se pavoneaba con el mismo título,
aunque ni siquiera tenía entonces comunicación con el coliseo. -Esta salita,
pues, de escasa superficie, estrecha y desigual
(que es la
misma que hoy se halla ocupada por la contaduría del teatro Español), estaba a
la sazón, en su cualidad de café, destituida de todo adorno de lujo, y aun de
comodidad. .
Y, sin embargo, entre aquellas
estrechas paredes se reconcentró lo más vital de nuestra sociedad, hasta que,
rebasando sus límites, partió de ellas el rayo luminoso que había de cambiar
por completo la faz de nuestra vida intelectual. -De allí, de aquel modesto
tugurio, salió la renovación o el renacimiento de nuestro teatro moderno; de
allí surgieron el importantísimo Ateneo científico; de allí el brillante Liceo
artístico, el Instituto, y otras varias agrupaciones literarias; de allí la
renovación de las academias, de la cátedra y de la prensa periódica; de allí
los oradores parlamentarios y los fogosos tribunos, que promovieron, en fin,
una completa transformación social. Así lo cuenta
Mesoneros
Romanos en “Memorias de un Sesentón”
El café de Fornos se inauguró el 21 de julio de 1870,
por el empresario José Manuel Fornos (ayuda de cámara del Marqués de
Salamanca). La inauguración fue documentada por el mismo Gustavo Adolfo Bécquer
en la revista «La Ilustración de Madrid» artículo en el que se destaca con
fotografías el fenomenal techado del local, obra de Manuel Vallejo así como
los
decoradores Terry y Busato. Los cuatro cuadros principales de Vallejo eran
alegorías al té, al café, el chocolate y finalmente a los licores y los
helados. La inauguración fue un acontecimiento en Madrid. debido a que la
decoración era lujosa, al estilo Luis XVI.
El viejo Fornos, con sus bronces artísticos, sus zócalos de caoba
y sus techos pintados por Sala y por Mélida, ofrecía no sabemos qué de
suntuario y de frívolo, de distinguido y de escandaloso, de aristocrático y de
bohemio, que, según el momento
del día, invitaba a sus
clientes a la contemplación silenciosa o acicateaba su regocijo. Cual si
hubiese heredado partículas del espíritu de los dos últimos edificios que le
precedieron en aquel sitio, el Fornos inolvidable de nuestra juventud tenía
conjuntamente mucho de teatro y algo de iglesia.Eduardo Zamacois
El café noventayochista por
excelencia fue Fornos. Ubicado en la calle de Alcalá, esquina a Virgen de los
Peligros, cerró sus puertas en 1908.
El Café de Platerías, que según parece existió en la calle
Mayor de Madrid, fue un lugar como muchos otros del Madrid de finales del siglo
XIX, cuando Alfonso XII se llevaba bien con los toreros Frascuelo y Lagartijo y
Julián Gayarre cantaba en el Teatro Real. Y poco más puedo decir porque si
quieres publicar cada semana , te queda poco tiempo para investigar y algunos
temas se resisten a ofrecer sus datos
históricos
y tienes que contentarte con ofrecer un guiño nostálgico, como en esta ocasión.
Sea como sea, el Café de Platerías sigue vivo en la memoria de muchos españoles
por la canción “Tarde de Otoño en Platerías”, que se encargó de actualizar “El
Consorcio” Esta canción la cantaba mi madre que, dicho sea de paso, entonaba
muy bien.:
La tarde clara/ [de] otoño madrileño/
que en Platerías tomaba yo café./ Con tu vestido gris/ entrar en el salón te vi
/ y al verte tan bonita/ me puse junto a ti.
La tarde moría en los espejos/
soñaba el amor en los divanes/ y todo yo temblé/ en elmomento
aquel, mi
bien /que todo ruboroso/ mi amor te declaré.
Tarde de otoño/ llena de sol de
Madrid/ café de mis sueños/ donde mi amor encontré./
Ay, 1800, qué lejos ya estás de
mí./ Todo pasó como una luz / que yo apagué./
Tarde de otoño llena de sol de
Madrid.
Alfonso XII volvía de los toros
/Julián Gayarre cantaba en el real /y yo en aquel café/
gustoso te cité[,] mi bien/ y
sueños de ilusiones/ inquieto te esperé.
Las luces de gas iban
creciendo/ la noche llegaba lentamente / y al no verte venir/
creyéndome de amor morir/ me
fui de Platerías /pensando solo en ti.
Café Gijón: Tan solo uno de
estos cafés literarios ha sobrevivido a la piqueta o a la especulación.
Denominado también Gran Café de Gijón es un café madrileño fundado el 15 de
mayo del año 1888 (situado en la calle de Paseo de Recoletos 21) por un
asturiano afincado en la capital llamado Gumersindo Gómez (otras fuentes le
mencionan como Gumersindo García). El Café, a pesar de sus modestos comienzos a
finales del siglo XIX e convirtió tras la guerra civil española en una famosa
tertulia literaria y reunión de intelectuales y artistas de la época
franquista, y la Transición Española que, de alguna manera, perdura todavía.
Francisco Umbral, publicó en 1972 La noche en que llegué al Café Gijón, una
personalísima evocación de los sesenta y los setenta que contribuyó a
engrandecer la leyenda del Gijón.Ahora
bien, son
muchos los autores que han escrito y seguirán escribiendo sobre el Café Gijón.
Voy a citar uno más, especialmente querido por la autora de este post. José
Luis Castillo Puche, porque fue profesor mío en la Universidad y de él guardo
un grato recuerdo, escribió: “El Café Gijón. Un archipiélago literario donde
cada tertulia es una isla”, en “Blanco y Negro” 26 de enero de 1963.
En el local se celebra cada año
el premio que lleva su nombre
. Al cumplir su centenario a finales del siglo XX queda
como testigo de una época de florecimiento de cafés de tertulia en Madrid y de
los cafés de tertulia sobrevivientes en el Madrid de comienzos del siglo XXI.
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